Una pieza clave que permitió descifrar los jeroglíficos egipcios en la era moderna
El 15 de julio de 1799 los soldados del ejército de Napoleón, que formaban parte de la campaña de Egipto, trabajaban en el refuerzo de un muro del Fuerte Julien, cercano a la ciudad portuaria de Rachid (Rosetta), a 65 km al este de Alejandría.
El oficial francés Bouchard Pierre, perteneciente al cuerpo de ingenieros, realizaba un trabajo de rutina y al observar un muro que estaban demoliendo le llamó la atención una piedra negra con inscripciones en tres diferentes escrituras. Al avisar a su jefe le ordenaron mandarla de inmediato a Alejandría.
La piedra Rosetta portaba tres inscripciones talladas. Los científicos de la expedición la examinaron detalladamente. Eran tres signos distintos que fueron identificados tras numerosos estudios. Una primera parte de jeroglíficos egipcios, un segundo fragmento en escritura demótica y una tercera inscripción en griego antiguo.
Como los tres textos contienen prácticamente la misma información, los historiadores pudieron descifrar el lenguaje de los jeroglíficos, el cual hasta ese momento era ininteligible.
La piedra original cayó en posesión británica bajo la Capitulación de Alejandría y transportada a Londres, donde ha sido exhibida públicamente en el Museo Británico desde 1802, siendo uno de los objetos más visitados.
La inscripción de la Piedra Rosetta registra un decreto que fue expedido en Menfis en el año 196 A.C., en favor del rey Ptolomeo V.
El significado literal del decreto no tiene gran importancia en sí mismo; lo que es verdaderamente relevante es que a partir de la comprensión de los jeroglíficos Europa accedió a los conocimientos africanos acumulados por siglos.
Traducción del decreto al español:
"Bajo el reinado del joven que recibió la soberanía de su padre, Señor de las Insignias reales, cubierto de gloria, el instaurador del orden en Egipcio, piadoso hacia los dioses, superior a sus enemigos, que ha restablecido la vida de los hombres, Señor de la Fiesta de los Treinta Años, igual a Hefaistos el Grande, un rey como el Sol, Gran rey sobre el Alto y el Bajo país, descendiente de los dioses Filopáteres, a quien Hefaistos ha dado aprobación, a quien el Sol le ha dado la victoria, la imagen viva de Zeus, hijo del Sol, Ptolomeo. Viviendo por siempre, amado de Ptah.
En el año noveno, cuando Aetos, hijo de Aetos, era sacerdote de Alejandro y de los dioses Soteres, de los dioses Adelfas, y de los dioses Euergetes, y de los dioses Filopáteres, y del dios Epífanes Eucharistos, siendo Pyrrha, hija de Filinos, athlófora de Berenice Euergetes; siendo Aria, hija de Diógenes, canéfora de Arsínoe Filadelfo; siendo Irene, hija de Ptolomeo, sacerdotisa de Arsínoe Filopátor, en el (día) cuarto del mes Xandikos —o el 18 de Mekhir de los egipcios—"