La Nación - 27 de junio de 1936 |
Fue objeto de una calurosa acogida popular
La delegación etíope hizo una declaración en la que expresa su esperanza en que la Sociedad de Naciones no se inclinará ante el triunfo de la fuerza
Derecho a gobernarse libremente
Ginebra, 26 (H).- Millares de personas que esperaban en la estación a Haile Selassie le aclamaron a su llegada a esta ciudad, dando vivas al emperador.
La bienvenida que se le dio al monarca etíope no tiene precedentes en la historia de la Sociedad de las Naciones.
El ras Nasibu, ex comandante de las fuerzas abisinias, que fue a esperar a su emperador, lo recibió besándole primero la mano y luego en la mejilla.
En el mismo tren en que hacia su viaje el Negus llegaron el ministro de Relaciones Exteriores británico, Mr. Anthony Eden; el representante de España ante la institución ginebrina, D. Augusto Barcia; y el ministro de Relaciones Exteriores francés, M. Yvon Delbos.
Entre otras personalidades recién llegadas a esta ciudad se encuentran el doctor Manuel Malbrán y D. José Maria Cantillo, diplomáticos argentinos.
Detalles de la llegada
Ginebra, 26 (H).- La llegada del Negus puso una nota pintoresca en el ceremonial habitual de las recepciones a los delegados en la estación Cornavín.
Un gran número de etíopes, como también gran cantidad de periodistas y fotógrafos se hallaban en el andén de la estación. A la llegada del convoy la mayoría de los fotógrafos y periodistas se precipitó en busca del Emperador y de sus acompañantes. Tal era la impaciencia del público para ver al soberano etíope, que la presencia de los señores Eden y Delbos pasó casi inadvertida.
Al bajar del tren el Negus fue cordialmente abrazado por el ras Nasibu y saludado por otros notables etíopes. La policía trató de impedir que los fotógrafos registraran la llegada, mientras que algunas aclamaciones partieron de entre la muchedumbre que se hallaba detrás de la reja de la estación.
Aprovechando la confusión, un súbdito italiano que se hallaba cerca del automóvil del Emperador, profirió algunas injurias para su persona, pero felizmente el incidente pasó casi inadvertido.
Declaración de la delegación etíope
Ginebra, 26 (H-Esp).- El Negus recibió a los representantes de los diarios a quienes declaró entre otras cosas:
“Con placer nos ponemos en contacto con los representantes de la prensa mundial, el mismo día de nuestra llegada a Ginebra. Confiamos plenamente en que no saldrá de vuestra pluma sino palabras de verdad y paz. Quien sigue el camino recto está seguro de hallar justicia”.
El portavoz de la delegación etíope leyó enseguida la siguiente declaración:
“La injusta agresión de que fue víctima el pueblo etíope ha sido ya condenada por la conciencia universal. La Sociedad de las Naciones, guardiana de la seguridad colectiva y la paz, no puede inclinarse ante el triunfo de la fuerza bruta. Reconocer la legalidad del crimen cometido equivaldría a reconocer ante todo el mundo la supremacía de la fuerza sobre el derecho. Semejante resolución por parte de los Estados miembros de la Liga trastornaría para siempre la paz del mundo y pondría en peligro directo el derecho a la existencia de todos los pueblos. No podemos (…) que los hombres que presiden los destinos de los pueblos carguen con semejante responsabilidad.
El pueblo etíope tiene derecho a la existencia. Somos aquí su voz, y nos dedicaremos con todas energías a defender su justa causa. Nuestro gobierno del Oeste es el único gobierno legítimo del país. La Sociedad de las Naciones no puede desautorizarlo ni restringir o fiscalizar su acción en beneficio de un agresor que ocupa parcialmente nuestro territorio y cuya autoridad es esencialmente precaria. Nuestro pueblo no ha perdido el derecho a gobernarse libremente. No se le debe obligar a vivir bajo el yugo de un agresor condenado justamente como tal por haber violado con cinismo los compromisos que contrajo al depositar solemnemente su firma al pie de los tratados”.
Publicado en el periódico diario La Nación, Buenos Aires, 27 de junio de 1936
Gentileza de la oficina del EABIC en Argentina