12 de diciembre de 1945 |
Por Carlos Estecha
Cuenta la leyenda, y así lo creen los etíopes, que por descender sus Emperadores del Rey Solomón y de la Reina de Saba, la sabiduría reside en sus Príncipes, quienes leen en e! libro del porvenir como los demás mortales leemos en el libro abierto de la Historia.
De aquí que el «Rey de Reyes» y «León de Judah», el «Defensor de la fe cristiana» y Emperador del antiguo reino de Etiopía, el «Elegido de Dios» Haile Selassie, haya pronosticado algunos hechos que, según el periodista americano Byron de Prorok, se habrían realizado con la mayor exactitud.
Nueve profecías conocemos hechas por ese hombre frágil, de amarilla tez y negra cabellera, de ojos profundos y melancólicos, de nariz aguileña y larga barba, que se sienta ahora en el trono dorado de Gibbi, en el palacio imperial de Addís Abeba.
Acertó plenamente en su primer pronóstico:
—Seremos atacados por Mussolini dentro de dos años—había dicho en el año 1933.
- Y, efectivamente, los Ejércitos italianos invadieron Etiopía el 3 de octubre del 35, llevándose por delante a los once millones de súbditos que seguían fieles al León de Judah.
—No está lejos el día en que ese buitre se teñirá en su propia «sangre, cruel y fría—dijo en la batalla del lago Ashangi viendo las bombas que caían del avión pilotado por Bruno Mussolini — porque «el que a hierro mata, a hierro muere».
Y Bruno murió, no derribado por un enemigo, sino en un simple accidente de aviación.
En otra ocasión hizo esta afirmación categórica:
—Volveré a mi capital en el quinto aniversario de su captura.
Y lo cumplió. A los cinco años exactos de haber sido tomada, el 5 de mayo de 1941, penetró triunfalmente en la «pequeña flor» que riega el Hawash.
Menos acierto tuvo, aunque el yerro tampoco sea grande, cuando señaló:
— Veremos perecer al impío Mussolini devorado por enfermedades y su familia será asesinada o estará en la miseria. Y la maldición del bombardeado pueblo etíope anidará en su alma por toda la eternidad.
Días tristes le acompañaron después de estas profecías en su destierro. El «Rey de Reyes» habíase trocado en el errabundo señor «Tafari», a quien hacía mofa medio mundo y compadecía la otra mitad.
—Habrá una segunda guerra mundial. Un terrible conflicto nos espera en el futuro. No se puede violar impunemente la independencia de un país...— clamaba en Ginebra allá por el año 1936 cuando la Liga de las Naciones.
Su voz se perdió en el desierto como otrora la de San Juan…
Y la guerra vino: Llegó la fiereza de las modernas máquinas, con los serviciosos métodos de los actuales tiempos...
—Los poderes de Satanás serán derrotados y el más débil de todos—la Italia fascista-^será el primero en caer seguido de Hitler.
¿Fue el odio quien le movió a pronunciar tales palabras dos años antes de dar comienzo las hostilidades? ¿Fue, por el contrario, esa videncia que Prorok le concede como patrimonio personal de su sabiduría? Es lo cierto que en aquella fecha aún se contaba con poder conjurar la tormenta que amenazaba cerrar sobre Europa.
Sólo él seguía dando datos desde Fairfield Bath sobre lo que iba a ocurrir seis años después.
Datos exactos, como se ha podido demostrar más tarde:
—Se necesitarán tres años para derrotar a los fascistas.
—Un año después de la caída de Mussolini los aliados obtendrán la victoria en Europa...
Hagamos memoria.
Desde el ataque italiano a Francia, cuando esta nación se derrumbaba ante las columnas blindadas germanas, hasta la rendición y caída fulminante de Mussolini, ¿no son tres los años transcurridos? Y ¿no consiguieron los aliados doce meses después la ocupación total de Europa?
Es verdaderamente maravillo lo que un hombre como Haile Selassie acierte con tanta anticipación y exactitud hechos concretos que los más destacados estadistas se hubieran equivocado.
Lástima grande que nada haya dicho el «Defensor de la fe cristiana» con relación a Rusia y al papel que está jugando en la situación europea actual. El que llamó «poderes de Satanás» a las fuerzas del Eje ¿qué título daría al totalitarismo moscovita? En verdad que nos hubiera gustado conocer la repuesta. Aunque quizá se encuentre encerrada en aquellas palabras pronunciadas en Ginebra en el hotel Des Bergues:
—No habrá una paz duradera si los Estados Unidos de América no asumen un papel director en la moral del mundo.
Que su aseveración se realice es lo que deseamos Que esta novena profecía se cumpla como las anteriores.
Publicado en Diario de Avisos, Las Palmas, 12 de diciembre de 1945