Revista Caras y Caretas Noviembre de 1930 |
Como es notorio el Ras Tafari ejercía desde hace años el poder, en calidad de regente de la Emperatriz Giuditta, sucesora en el trono de su padre Menelik II. Era así, al mismo tiempo, regente y príncipe heredero.
La emperatriz, sin despojarse del poder supremo, dejaba que el regente desarrollara el comercio, las comunicaciones e implantase no pocas industrias. Porque se ha de saber que este gobernante Negro ha logrado hacer de su país uno de los más civilizados de África.
El Ras Tafari es hijo del Ras Makonen, general abisinio que ganó la batalla de Adua a los italianos; pero es un abisinio de ideas amplias y liberales, consciente de su deber y que ha sabido hacerse respetar por todos por su cultura y justicia.
Ha estudiado en Francia y no ignora que para civilizar definitivamente a sus compatriotas debe terminar con muchas costumbres y ritos bárbaros que perduran aún. Es hombre enemigo de toda etiqueta o protocolo y, las más de las veces, cuando sale de su palacio de Addis Abeba, desechando las numerosas escoltas, utiliza su moderno y veloz automóvil.
Abisinia, políticamente, está constituida por una serie de feudos, al frente de cada cual hay un virrey o un ras. Esto obliga por consiguiente, a obrar con mucha cautela y diplomacia en lo que a la implantación de mejoras y cambios de costumbres se refiere. En el interior del imperio hay, como es de imaginar, mucho salvajismo e ignorancia. Y esto es lo que el flamante emperador, con astucia e ingenio, se propone desalojar.
Ahora es la misma emperatriz la que ha concedido a Tafari Makonen el cetro de soberano, y esta proclamación del joven ras premia su sabia y hábil obra civilizadora de los últimos años, su gran victoria contra los rebeldes musulmanes encabezados por Ligg Jasu, y sobre todo su vigorosa propaganda pacificadora de los sentimientos xenófobos que dominan a la mayoría de las tribus.
La colonización europea en Etiopía ofrece grandes ventajas y es justamente de esta inmigración de la que el Ras Tafari piensa sacar el mayor provecho –industrial y cultural- para el gran imperio Negro que fundó Menelik, el Bismarck africano.
Artículo publicado en la revista Caras y Caretas, Buenos Aires, noviembre de 1930.
Gentileza de la oficina del EABIC en Argentina.