viernes, 9 de enero de 2015

Rigoberta Menchú

¿La humanidad tiene ganas de vivir bien?

Entrevista radiofónica en español a Rigoberta Menchú, indígena maya quiché de Guatemala.


Su destacada lucha por  los derechos de los pueblos indígenas en su país y especialmente sus denuncias sobre los horrores cometidos contra esa población durante la Guerra Civil en Guatemala la hicieron acreedora del Premio Nobel de la Paz en 1992.



Menchú fue la invitada especial de la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas. Nos ofreció una entrevista para evaluar los avances alcanzados por esas poblaciones en la arena de los derechos y sobre los acontecimientos que han marcado su vida.

- ¿Qué avances cree que ha tenido la humanidad desde que le otorgaron el Premio Nobel?

- Es un gran dilema. Porque si vemos la situación más localmente, podemos ver que muchos problemas que existían cuándo yo tenía dos años, tres años, no han cambiado. Sobre todo la pobreza, sobre todo la marginación, la desesperación de muchas poblaciones como los pueblos indígenas, los jóvenes, los niños y la violencia intrafamiliar… es terrible, más grande que cuando yo era joven.

Entonces, cuando uno ve una realidad impactante de hambre, de miseria, de dolor humano uno se cuestiona si de verdad la humanidad tiene ganas de vivir bien y de ser coherente con soñar que el mundo se mejor para todos o simplemente es un discurso que se repite y se repite en el tiempo. Pero cuando uno ve las documentaciones, los reglamentos y se propone haber algunos avances, pues uno cree que sí se ha avanzado algo.

A mi me cuesta contestar esta pregunta porque no quiero se pesimista, pero también quisiera ver el entusiasmo por nuestros derechos.


- Unos de los problemas que persiste hoy en la humanidad es la discriminación y la exclusión de los Pueblos Indígenas. Le preguntamos a Rigoberta Menchú por qué es tan difícil erradicar ese problema.

- Es una herencia colonial del pasado donde, quiso instaurar “razas mejores”, colores… y trató de socavar la dignidad de todo lo que es diferente, de todo lo que no se ve igual que ellos.

Entonces, los esquemas de estructuras económicas, políticas, los regímenes sobre las cuales se construyeron llamadas culturas, culturas para ellos, para nosotros no, generó los esquemas del racismo, la discriminación, la humillación. Ese tipo de odios existe aún y no creo que se termine hasta que no cambie el mensaje que le podemos implantar en el cerebro de cada niño que nace, de cada niña que crece, de cada gente que hace educación; porque esto es un tema de educación también.

Si yo le enseño a mi hijo que el otro es malo, el otro es su enemigo, seguramente va a crecer con ese enemigo interno aunque la otra persona no lo sea. ¿Entonces, qué tenemos que hacer? Tipificar la discriminación como delito, tipificar el racismo como delito, tratar de sancionar aquellas partes que podemos, y la que no podemos tratar de enfocar una nueva educación.

- Por otra parte le hemos pedimos que evalúe la situación de los Pueblos Indígenas en Guatemala. ¿Cuánto han avanzado desde la guerra civil? ¿Y cuáles son las cuestiones pendientes?

- Yo creo que todos los procesos en Guatemala están en construcción. Nos dejaron un país devastado, de mucho dolor, de mucha desaparición forzada, de muchas masacres, de mucha violencia. Yo veo, estoy juzgando, la masacre de la embajada de España, donde perdió la vida mi padre y no puedo creer que 34 años después de ese hecho, impacta.

Hay escombros, yo creo que en Guatemala hay escombros en donde se cayó la casa. Entonces, nuestra tarea es identificar dónde está la semilla en esa casa que cayó para que vuelva a florecer; y esa semilla significa familia, significa hogar, significa comunidad, significa relación social y significa respeto mutuo.

Yo soy muy feliz de ver que hay cosas que avanzan, hay mujeres que luchan, hay más distinguidas personalidades, yo veo que hay avances; pero nos ha costado mucho y nos va a costar más todavía, cuando ahora hay crimen organizado, cuando hay droga, cuando hay maras, cuando hay violencias institucionales.

Lo que a nosotros nos ha impactado, los migrantes por ejemplo, que llega nuestra gente sin nada, humillada después de haber contribuido al país con su remesa, son violencias actuales.

- Rigoberta Menchú es una célebre activista; así que indagamos cómo es en su vida cotidiana.

- Yo siento que hemos trabajado, hemos trabajado sin mayores pretensiones, sin pretender cambiar todo, pero tampoco sin dejar en el olvido los crímenes más horrendos que hemos visto personalmente. Yo he estado cerca de las exhumaciones, he estado cerca de la búsqueda de los desaparecidos, he estado cerca de las comunidades donde la violencia está a flor de piel; y ahora el tema de las transnacionales, las empresas, la minería son temas que están todos los días en mi vida. Entonces, no puedo decir que esto es una agenda aparte de mi vida.

Ahora, sí he aprendido a ser más feliz, porque yo amo a Guatemala, visito los ríos, los volcanes, soy una persona que practico mi espiritualidad, trabajo con la salud de muchas personas. Yo trabajo en la medicina ancestral, muchas personas creen la medicina ancestral es sólo unas plantas. No, es un sistema de vida psicológico, emocional, espiritual, y yo trabajo con eso, entonces, no es malo compadecerse del pasado, sentirla todos los días para recordar y para no olvidar que el mundo tiene que vivir en otras condiciones mejores.

Ahora sí, mi familia es una ausencia en mí, yo sueño a mis hermanos, a mi madre, porque ellos todos son desaparecidos, muchos de ellos. Y en fin, hay que convivir con la tragedia que nunca será dejada en el pasado hasta que uno no cumpla su misión en este mundo.

Yo realmente estoy contenta con ver jóvenes luchando por los
Derechos Humanos, pero es cierto que yo me moriré luchando por los Derechos Humanos.

- Finalmente Rigoberta Menchú se despidió con un mensaje en su lengua originaria mariatuche.

-  Que el día de hoy se ha sentado precedente muy grande en relación a nuestros derechos; el sueño es que nos permita una vida prospera para todos los pueblos que sean beneficiados por este día.

- Entrevistábamos a Rigoberta Menchú activista por los Derechos Humanos: premio Nobel de la Paz en 1992.

Rocio Franco, Naciones Unidas, Nueva York.