8 de Noviembre de 1961
Era nuestra preocupación que nuestro hijo, el Príncipe Makonnen, una vez que hubiese alcanzado su madurez, hubiese vivido para dedicar su vida al servicio de nuestro pueblo.
El pueblo etíope tendrá la responsabilidad de ver que se termine este proyecto.
Es un truismo que el hombre es mortal, pero los logros durante su breve permanencia son importantes tanto para la historia que él deja atrás, así como los beneficios derivados de ello para la posteridad.
Esto esta explicado en el hecho de que somos capaces de enfrentar las exigencias de nuestra época primeramente debido a nuestros ancestros, quienes además de transmitirnos los beneficios de la tradición, derramó su sangre para proteger la independencia e integridad territorial de nuestra nación.
En esta era los métodos, pensamientos e ideas modernas han remplazado las viejas costumbres; pero debido a nuestra tradición hemos sido capaces de movernos con el ritmo de los tiempos y todavía mantener nuestro sentido de la proporción. Aunque se ha dedicado mucho a conseguir una unión armoniosa de lo viejo y lo nuevo de una forma aceptable para todos -las generaciones pasadas, las actuales y las futuras- todavía queda mucho por hacer en el futuro. Quién no estaría complacido de ver a este niño recién nacido crecer hasta ser un chico de cinco o diez años? Pero esto es una contradicción al plan de la naturaleza.
Seria una gran satisfacción para nosotros que los resultados de nuestros esfuerzos consumados por la prosperidad de Etiopía y el mejoramiento del nivel de vida de nuestro pueblo sería cinco o diez veces mayor. Sin embargo, ya que el progreso debe avanzar por etapas, es con suma satisfacción que damos testimonio del crecimiento del nivel de vida y desarrollo realizado por nuestro pueblo.
Es una muestra de orgullo que hoy podamos recordar algunos de los muchos sacrificios realizados por el interés y bienestar general de nuestro pueblo. Por consiguiente, cuando ellos decidieron dedicar un monumento en nuestro honor como gesto de su amor hacia nosotros, les propusimos, en cambio, la creación de una universidad, y, subsecuentemente, colocamos la piedra para esa institución en este lugar.
A fin de que se llevase a cabo ese proyecto, posteriormente le regalamos a la juventud de Etiopía la propiedad, heredada de nuestro padre, de manera que conjuntamente con la contribución hecha por nuestro pueblo, se facilitase la creación de la universidad que vivirá hasta la posteridad como un monumento en nombre nuestro y de ellos.
Era nuestra preocupación que nuestro hijo, el Príncipe Makonnen, una vez que hubiese alcanzado su madurez, hubiese vivido para dedicar su vida al servicio de nuestro pueblo. Pero ya que el razonamiento de Dios es diferente al del hombre, él murió prematuramente. No contentos de compartir, como lo han hecho tan imparcialmente, mi dolor y el de su madre, el pueblo por voluntad propia donó dinero para construir un Hospital en honor al Duque.
Como ha explicado Kantiba Gabre Hiwot, asimismo una parte sustancial de las contribuciones ha llegado de amigos extranjeros de Etiopía, un hecho que revela el amor que el pueblo de Etiopía ha obtenido en el exterior.
El hombre, durante toda su vida, es generalmente absorbido por lo problemas de su existencia, en donde tanto las fases material como espiritual se complementan una con la otra. Hemos aportado, mucho esfuerzo en la construcción de la fuerza moral de nuestro pueblo y que, con la ayuda de Dios, está teniendo éxito.
Aún cuando dedicamos este hospital al Príncipe Makonnen, es el pueblo de Etiopía el que se beneficiará de sus servicios -aquellos que han contribuido y aquellos que no lo han hecho. Hemos abrigado la esperanza que ya sea que estemos presentes o no, el pueblo etíope tendrá la responsabilidad de ver que este proyecto sea terminado.
Agradecemos a la Junta Directiva por lo que han hecho. Continúen en su esfuerzo con el mismo fervor. Es solamente con la voluntad de Dios que el hombre puede lograr sus propósitos. Que Él continué otorgando Su ayuda para la creación de este Hospital.
Expresamos nuestra gratitud a todo nuestro pueblo y aquellos extranjeros que han contribuido tan generosamente para el bienestar de este fondo.
Su Majestad Imperial Haile Selassie I